Con conciencia de fraternidad construimos la paz

     Tu ne nous as point donné un coeur pour nous haïr, et des mains pour nous égorger; fais que nous nous aidions mutuellement (...), que les petites différences entre les vêtements qui couvrent nos débiles corps, entre tous nos langages insuffisants, entre tous nos usages ridicules, entre toutes nos lois imparfaites, entre toutes nous opinions insensées, entre toutes nos conditions (...), que toutes ces petites nuances qui distinguent les atomes appelés hommes ne soient pas des signaux de haine et de persécution (...). Puissent tous les hommes se souvenir qu'ils sont frères!    

    [Tú no nos has dado un corazón para odiarnos ni manos para degollarnos; haz que nos ayudemos mutuamente (...), que las pequeñas diferencias entre los ropajes que cubren nuestros débiles cuerpos, entre todos nuestros idiomas insuficientes, entre todas nuestras costumbres ridícu­las, entre todas nuestras leyes imperfectas, entre todas nuestras opiniones insensatas, entre todas nuestras condiciones (...), que todos esos pequeños matices que distinguen a los átomos lla­mados hombres no sean señales de odio y persecución (…). ¡Ojalá todos los hombres se acuerden de que son herma­nos!]

(Voltaire, Traité sur la tolérance, [s.l.: s.n.], MDCCLXIII, chap. XXIII,  pp. 194-196 =
= Voltaire, Tratado sobre la tolerancia, cap. XXIII ) 

     

     En esta semana del Día Escolar de la No Violencia y la Paz (30 de enero), acudimos al todavía imprescindible espíritu de Ilustración para unirnos a la plegaria de tolerancia elevada por Voltaire (1694-1778). Ojalá todos los seres humanos lleguemos a ser conscientes de que esas cosas que parecería que nos diferencian no son más que nimiedades, que subrayan precisamente en su riqueza diversa todo lo que nos une: corazones y manos que pueden y deben amar y construir. Desde esta perspectiva, la conciencia de fraternidad se alza como la mejor herramienta para lograr que la violencia sea erradicada de nuestro día a día y que la concordia lo inunde todo.