46664: Mandela y su legado de humanidad

(...) I never lost hope that this great transformation would occur. Not only because of the great heroes I have already cited, but because of the courage of the ordinary men and women of my country. I always knew that deep down in every human heart, there was mercy and generosity. No one is born hating another person because of the color of his skin, or his background, or his religion. People must learn to hate, and if they can learn to hate, they can be taught to love, for love comes more naturally to the human heart than its opposite. (...) Human goodness is a flame that can be hidden but never extinguished.

[(...) Nunca perdí la esperanza de que esta gran transformación se produjera. No solamente por los grandes héroes que ya he citado, sino por la valentía de los hombres y las mujeres corrientes de mi país. Siempre supe que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su procedencia o su religión. Para odiar, la gente debe aprender a hacerlo; y, si puede aprender a odiar, puede enseñársele a amar, ya que el amor surge con mayor naturalidad en el corazón del hombre que su contrario. (...) La bondad del hombre es una llama que se puede ocultar, pero nunca extinguir.]
(Nelson Mandela, Long Walk to Freedom, Boston: Little/Brown, 1994, p. 542 =
= Nelson Mandela, El largo camino hacia la libertad )
     

     Traemos a la memoria la siempre interpeladora palabra del recientemente fallecido Nelson Mandela. La cita elegida revela muy bien cómo, en las mayores encrucijadas de la vida y de la historia, conviene mantener la esperanza; pero no una mera ilusión panglosiana, sino una esperanza basada en la firmeza de las convicciones, en el compromiso decidido con ellas y en la acción positiva de estimular lo mejor de las personas, esa capacidad de amor, empática compasión y bondad que es precisamente lo que nos hace humanos. El gran líder sudafricano supo que el valor del individuo y de los ciudadanos corrientes que se resisten a lo injusto puede ser transformador; se mantuvo siempre libre, incluso en las duras décadas de encarcelamiento; y, llegado el momento, acertó a conseguir la concordia tendiendo puentes incluso al adversario. También en razón de todo ello, Mandela constituye uno de los mayores paradigmas de la reconciliación en el siglo XX, de una reconciliación que puede consolidarse como tal precisamente porque hunde sus raíces irrenunciablemente en la memoria y en el anhelo de justicia.
     Por eso no lloramos a Madiba, sino que nos aplicamos a honrar y mantener vivo el legado de este hombre extraordinario porque su vida ha cambiado a mejor la de los demás; y, parafraseando los célebres versos de Henley, damos gracias a cualquier dios que pudiera existir por su alma inconquistable.

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